Juguemos a lo que vos quieras…

Por cosas lindas de la vida estos días, estuve más tiempo que otras veces con una de mis nietas, la que tiene 3 años. Y les cuento.

A veces los grandes preparamos sorpresas y se las damos a los chicos. A veces los grandes inventamos cuentos y se los contamos a los chicos. A veces los grandes elegimos el principio y el final de los cuentos que contamos a los chicos, y hasta incluimos la moraleja, decidiendo lo que les conviene aprender. Y lo hacemos responsablemente. Esto incluye dedicación, imaginación, y hasta fotos que dan cuenta del momento compartido con placer por esta segunda tanda de “locos bajitos” que nos regala la vida.
Pero otras veces, les seguimos el juego. Esto es, que miramos y escuchamos lo que ellos proponen, acercamos nuestro mensaje, el que de verdad nos aparece, y lo hacemos breve, a la vez que muy presente y participativo. Ese es nuestro mensaje. Y nos quedamos mirando cómo el niño sigue el juego. A veces lo hará solo, poniendo a conversar a un muñeco con otro, mostrando en sus gestos y en su voz algo que les pasa a esos muñecos. Está ofreciéndonos ese mensaje. Quizás pida que participemos. Dándonos algo, pidiéndonos o preguntando. El juego del niño es mensaje y nuestra respuesta también lo es. Mejor si es breve. Mejor si es pregunta. Mejor si abre. Mejor si no fija una posición. Podemos imaginar cualquier argumento.
El que tuvimos hoy en casa fue muy divertido. Con planteo de la situación, nudo y desenlace. Tuvo ocurrencias que me sorprendieron y mi interés crecía a medida que ella iba decidiendo lo que en el juego estaba pasando. Algunos objetos se iban convirtiendo en lo que hacía falta para que ese relato fuera posible. Así, un perchero fue un departamento con una escalera de varios pisos, la parte de abajo de una silla fue la casa de una familia de conejos, una muñeca hizo de doctora y de mamá, una toalla chiquita abrigaba a un bebe que tenía frío…
Aunque por unas horas en el mundo solo estábamos ella y yo jugando, el timbre sonó y era su papá que venía a buscarla. En un segundo pasó de estar sumergida en nuestro juego a estar felizmente acomodada en el abrazo con él.
Otra escena encantadora. La de ellos dos retomando sus gestos familiares, comentando sus planes para esta tarde que va a estar lluviosa. Apenas dos mates y se fueron felices a su casa.

Mientras acomodo el cuarto pienso que ojalá venga pronto alguno de mis nietos para que juguemos a lo que él quiera.

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