Marypoppinizate

Mi nieta Nina me invito a ver El regreso de Mary Poppins.
Nina tiene cinco años y no viene al caso que yo le cuente que vi a Julie Andrews y Dick Van Dike en el cine a los 12. Sin embargo Nina me cuenta que ella vio Mary Poppins en Netflix y le encantó. Así que una tarde la vuelvo a ver sola en mi casa. Volví a mis doce, canté con Mary Poppins, me reí con el deshollinador. La severidad del señor Banks y el conflicto familiar que muestra la película esperan (si no, no habría película) la presencia de Mary Poppins, que llega oportuna y decidida. Mary Poppins la tiene clara. No se contaminó. Conservó siendo adulta el juego, la magia, el optimismo, la apuesta a “dale que sí”.
Por fin fuimos con Nina a ver El regreso de Mary Poppins. Ella comentó al ver el afiche que Mary Poppins no es la misma que en la primera. Pensé que nos iba a costar y que nos íbamos a pasar la película comparando a una y otra Mary Poppins. No fue así.

Londres, en la época de la Gran Depresión de 1930. Michael y Jane crecieron y ahora viven con los tres hijos de Michael y la mucama en Cherry Tree Lane. Michael enviudó hace poco y están tratando de salir adelante en un momento muy difícil. El optimismo del farolero Jack anticipa el clima que con la llegada de la mágica niñera Mary Poppins hacen lo que ellos son capaces de hacer: ayudan a la familia a recuperar la alegría y la fantasía que falta en sus vidas.
La importancia de la hora para los ingleses se manifiesta en las escenas en que los relojes y los señores que los consultan presionan al que no llega pero está viniendo y aparecen como metáfora de la rigidez. El Big Ben, desafiado y vencido por Mary Poppins, conduce a un final feliz, y nos deja pensando.
En primer lugar, que Mary Poppins no es una o la otra actriz. No es una niñera que soluciona. Mary Poppins no es reemplazable. No es posible compararla con las que renunciaron al puesto.

Mary Poppins emociona porque toca una parte de nosotros. La que se anima a lo imposible. La que se para sobre su cabeza para comprender el mundo al revés. La que no juzga como ridículo lo que no se parece a lo que todos hacen. La que presenta como novedoso lo cotidiano. La que no se impone pero tampoco se queda con las ganas de hacer lo que hace falta hacer. La que sabe que es una genia y no lo disimula. La que no se escandaliza cuando algo valioso se rompe. La que deja que los chicos se ensucien y se queden donde les gusta estar hasta que tengan ganas.

Vení a visitarme Mary Poppins. Cuando me veas muy seria. Cuando no me escuches cantar. Cuando haga sin ganas más de dos cosas seguidas. Cuando quiera tener razón. Cuando esté triste. Cuando coma porque es la hora y me bañe porque es la hora. Cuando quiera lo que todos quieren. Cuando escuche a los que piensan como yo. Cuando diga que no puedo. O que otro no debe. Cuando la luna se quede sin que yo la aplauda. Cuando me acueste porque ya es tarde.

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