Apego

Observando a las parejas cuando gritan, se reprochan, o enmudecen, se los ve acercarse y alejarse. Las personas tenemos una necesidad innata de pertenencia en un contexto de seguridad. Cuando formamos pareja esa condición se manifiesta. Estamos programados para que otro nos ofrezca conexión y apoyo. Nuestro programa de supervivencia que funciona desde hace millones de años incluye emociones que se manifiestan cuando estamos en problemas. Como los chicos dependen del cuidado, la proximidad, el consuelo, la protección de su madre, los integrantes de la pareja también dependen emocionalmente del otro. Solo que de un modo recíproco. Recomiendo a los mas curiosos investigar quién era el psiquiatra inglés John Bowlby (1907 – 1990). A mediados del siglo pasado, en colaboración con la investigadora canadiense Mary Ainsworth, demostró los principios del apego: buscamos la cercanía emocional y física de las personas que nos cuidan; los necesitamos cerca cuando nos sentimos inseguros, intranquilos o tristes; los extrañamos cuando nos separamos de ellos; necesitamos que nos apoyen cuando nos aventuramos a explorar el mundo. Su colega Harry Harlow destacó la importancia del consuelo por contacto. Aunque en principio discutida por los partidarios de la mano dura, la teoría del apego revolucionó los métodos de crianza hasta entonces valorados. En la actualidad hay acuerdo sobre la necesidad que tienen los niños de contacto, seguridad, afecto. Compartiendo los conceptos de Sue Johnson, veremos cómo se aplica esto al amor adulto. Describo los tres estilos de apego. Pensemos en una persona que se siente querida, aceptada, valorada. Que confía en los demás. Que es capaz de vincularse con otros y demostrarles afecto. Que no está preocupado porque lo van a abandonar ni porque alguien está muy cerca afectivamente. Decimos que esto es un estilo de apego seguro. Cuando alguien necesita aprobación constante, está inseguro en las relaciones, teme que lo abandonen, vigila a las figuras de apego, se separa con intranquilidad soportando mal la separación, reencontrándose de forma ambivalente, contradictoria, decimos que es un estilo de apego ansioso ambivalente. En el estilo de apego ansioso evitativo la persona experimenta que no puede contar con sus figuras de apego. Se siente rechazado por ellos. Esto lo lleva a evitar el contacto emocional, formando una coraza. Rechaza la intimidad, le teme y se comporta como si el otro no le importara afectivamente. A los admiradores de James Bond, prototipo del héroe autosuficiente, que se las arregla solo y todo le sale bien, debo decirles que Bowlby, opinaba que “ser capaz de buscar apoyo emocional en los demás a lo largo de toda la vida, es síntoma y fuente de entereza”. Las investigaciones sobre apego adulto realizadas en la Universidad de Denver por los psicólogos sociales Phil Shaver y Cindy Hazan, corroboraron la teoría de Bowlby. Los adultos necesitan tener vinculación emocional con su pareja y saber que la tendrán cerca si están preocupados. Los inquieta la idea de separarse y se sienten más seguros cuando cuentan con su apoyo. Cuando confían plenamente en el otro, se acercan y se relacionan con el sin problemas. En momentos de inseguridad, se ponen nerviosos, se irritan, evitan el contacto, se distancian. Es lo mismo que Bowlby y Ainsworth descubrieron en las relaciones madre-hijo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *